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Tocando la Historia con la punta de los dedos

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Reconozco que éste post me ha costado unos días escribirlo. Me ha costado plasmar lo que creo que es el sentimiento de los ciudadanos ante la actual situación, en lo que se refiere a las posturas de la ciudadanía en Catalunya y en el resto de España. Lo más fácil de decir es que los partidos políticos, como siempre, intentan encontrar las fórmulas para capitalizar al máximo la actual situación. Y espero que no confundan sus necesidades con las nuestras. Llevamos demasiados años en los que sus decisiones políticas no responden a nuestros deseos y olvidan que somos nosotros quienes les otorgamos el mandato de cumplir con las obligaciones que conlleva ser elegido democráticamente.

Dicho esto, lo que parece claro es que estamos en un momento Histórico, con mayúsculas, en el que tocamos la Historia con nuestras propias manos y estamos siendo protagonistas en primera persona de los hechos que estén por venir. Tras mucho –demasiado- tiempo de desafección hacia la política, una parte considerable de la ciudadanía en Catalunya ha tomado las riendas de su propio futuro y ha salido a la calle de forma abrumadora para expresar lo que desea y para trasladar un mensaje claro y contundente a la clase política. Ésta deberá actuar sabiendo que, si no respeta esa expresión, lo siguiente puede ser que esa ciudadanía salga de nuevo y les reclame materializar lo que de forma absolutamente cívica y festiva se proclamó el pasado día 11 de Septiembre.

Lo que en Catalunya es una forma contundente de decir que los ciudadanos deseamos controlar directamente nuestro futuro, es también una válvula de escape para tomar distancia en relación a lo que pasa en el resto del país, gobernado por un partido que ha tomado una clara deriva re-centralizadora, con un ideario también muy definido y que aquí no está calando. Y si la válvula de escape aquí es separar Catalunya del resto de España, para el resto de España la válvula de escape está siendo justo lo contrario: la gran reunificación y el final del Estado de las Autonomías. Pero hay diferencias considerables: en Catalunya no hay odio pero sí hay hartazgo. De escuchar siempre las mismas demonizaciones hacia los catalanes y hacia su sociedad. Porque del otro lado se escuchan claramente los reproches continuos y el “no os queremos pero tampoco os vamos a dejar ir”. Y eso es muy difícil de entender.

Como ya dije en mi anterior post, la situación es de claro divorcio. Pero la polígama España no suelta a una de sus mujeres, porque la desea sometida y con la pata quebrada, pero cumpliendo con sus obligaciones de devota ama de casa. Y también quiere que su esposa le siga diciendo a todos que su amor es incondicional, cuando la realidad es que Catalunya cree que ya no necesita estar bajo la protección marital de España puesto que se considera autosuficiente para empreder su vida de divorciada. Es incongruente por poco democrático que se le niegue ese derecho. Y es incongruente que se esgriman amenazadoramente ciertos artículos de la Constitución (cuya ley sálica ningún partido ha tenido la valentía de reformar) cuando es obvio que es una carta magna modificable y que debería estar al servicio de los ciudadanos y no sólo de los intereses económicos de ciertos países de la UE, lo cual sí que permitió una reforma de un día para otro.  

En cualquier caso, la situación está extremadamente desvirtuada por ciertos medios de comunicación, los de la “caverna” creo que se les llama y, por suerte, cuando dialogas con ciudadanos de aquí y de allá, se observa que el respeto sigue siendo la máxima común y que la mayoría de nosotros queremos seguir conviviendo conscientes de que la diversidad es uno de nuestros grandes capitales pero sabiendo también que cada cual debe ser libre de decidir su futuro. Ahora les toca a los partidos catalanes coger el testigo que el ciudadano les ha pasado de forma contundente y gestionar lo que el ciudadano les pide, no sus intereses de partido. Si no lo hacen, el ciudadano volverá a salir a la calle. Y lo hará acompañado de su recuperada dignidad, que es un arma muy poderosa porque le hace consciente de ser protagonista en primera persona de su Historia. Sería muy deseable que, ante la proximidad de las elecciones catalanas, los partidos pudiesen lograr un acuerdo según el cual, cada uno con su programa, se expresase de forma clara que todos tienen un objetivo en común y que están dispuestos a trabajar unidos por el mismo. Eso nos permitiría a los votantes escoger con más facilidad, sabiendo que una mayoría parlamentaria trabajaría unida en la misma dirección, puesto que nos permitiría elegir en base a los programas sociales y económicos que cada partido tuviese.

Mientras tanto, el presidente de la patronal CEOE, Joan Rosell, se ha ganado muchas críticas e incluso la petición de dimisión inmediata, tras indicar ayer que el tema de Catalunya necesita solución lo antes posible. Y es que estamos en un país en dónde cada vez parece  más difícil hablar con claridad y decir las cosas por su nombre. Y eso me recuerda a situaciones pasadas no tan lejanas y, como siempre, me lleva a pensar que nunca aprendemos de nuestra propia Historia.

Como sabéis,  a partir de ahora, Cal-Ce-Tín, con su “vida vista a ras de suelo”, me acompaña en mis post semanales. Espero que os guste y que os parezca bien esta nueva aventura que ahora comparto con su autor, Juan Linares Vargas.


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